Martín Huaypuna

Fundador de AFIMAD, Perú

Del miedo al sueño colectivo

El día que estuvo a punto de perder a su hijo, Martín comprendió que ya no podía arriesgar su vida simplemente para llevar comida a la mesa. Él y su hijo llevaban días varados en las montañas, cosechando castañas. Las fuertes inundaciones habían desbordado el río y sumergido el bosque, imposibilitando su salida. Como la comida se acababa, el hijo de Martín, de 12 años, tenía que bajar al barranco cada mañana, con la esperanza de pescar algo para desayunar. La vida se había vuelto insostenible.

Cuando el hambre se hizo insoportable, Martín tomó una decisión desesperada: le dijo a su hijo que cogiera la canoa y se fuera, mientras él se quedaba guardando las nueces recogidas. "Aquí no hay nada que comer. Vete, vete tú", insistió. El plan estuvo a punto de resultar trágico. El niño perdió el equilibrio y cayó en la poderosa corriente. "Cuando vi a mi hijo pequeño en medio del río, pataleando como un insecto, como una mariposa...". recuerda Martín. "Lo único que pude gritar fue: '¡Nada, nada, nada!". Milagrosamente, el niño se agarró a las hojas de una caña en la orilla del río, hiriéndose las manos pero sobreviviendo lo suficiente como para ser rescatado y llevado a Puerto Maldonado.

Aquel aterrador momento obligó a Martín a replantearse su vida por completo. Después, solo en las montañas, se preguntó cómo escapar de unas condiciones tan peligrosas. De esa pregunta surgió una idea que reconfiguraría el futuro de muchas familias: la creación de una empresa indígena multicomunitaria.

Cuando Martín regresó a su comunidad, trajo una propuesta concreta. Históricamente, los recolectores de castaña como él dependían de intermediarios que fijaban los precios, controlaban los beneficios y a menudo empujaban a las familias al bosque en épocas peligrosas. Martín propuso cambiar el modelo: dejar de vender nueces crudas, pelarlas dentro de la comunidad y negociar mejores precios. Pero para lograrlo hacía falta fuerza colectiva, así que ayudó a formar el primer Comité Indígena de la Nuez de Brasil en Madre de Dios. "Ya no vendíamos al comerciante como antes. Pelábamos las nueces en la comunidad y las vendíamos peladas... y a mejor precio". 

El acuerdo entre varias comunidades condujo a la creación de AFIMAD, la Asociación Forestal Indígena de Madre de Dios, en 2008. Al principio, la organización se centró exclusivamente en la recolección de nueces de Brasil. La extracción se volvió más ordenada, los precios mejoraron y las comunidades lograron gradualmente la formalización, los títulos de propiedad y las certificaciones orgánicas y de comercio justo. AFIMAD comenzó a recolectar y comercializar la producción en condiciones mucho mejores. En 2020, lograron su primera exportación: «Hicimos nuestra primera exportación con seis contenedores, más de 100 toneladas», dice Martín con orgullo.

Por el camino, se dieron cuenta de que depender de una única cosecha estacional era arriesgado. Martín y sus socios buscaron nuevas oportunidades y vieron potencial en el huicungo, el fruto de una palmera infravalorada. Con el apoyo de aliados como NESsT, abrieron una nueva línea de producción. Aquí, las mujeres se convirtieron en las protagonistas. AFIMAD creó seis comités comunitarios de huicungueras. "Las mujeres son las que extraen el huicungo en cada comunidad... Los ingresos les pertenecen". Estas mujeres administran el dinero y deciden cómo invertirlo.

El impacto fue inmediato: mejor nutrición para los niños, capacidad para pagar el material escolar y sensación de estabilidad en las comunidades. Ya no dependían de una única cosecha anual, sino de dos actividades sostenibles que "no dañan el medio ambiente" y "contribuyen a la conservación de los bosques."

Hoy, AFIMAD reúne a "algo más de 300" familias. Con una financiación constante y una formación continua, la organización ha creado una sólida cultura de la innovación. Su visión va mucho más allá de la castaña y el huicungo. AFIMAD ha introducido el cacao en algunas comunidades y ha construido una planta de procesamiento de nueces de Brasil, que produce productos de valor añadido como aperitivos, aceite y harina. Su próxima ambición: Fideos de nuez de Brasil.

El sacrificio detrás de este progreso ha sido inmenso. Durante años, los afiliados trabajaron sin cobrar. Ahora, ven un contraste dramático: "Las comunidades eran muy diferentes antes... las casas han mejorado. Los ingresos familiares han mejorado. Pueden comprar cosas; pueden educar a sus hijos. Antes de AFIMAD, las comunidades tenían una economía demasiado precaria: ni siquiera tenían para comer".

Lo que empezó con el miedo a perder a un hijo en un río desbordado se ha convertido en un horizonte estable para las generaciones futuras: más ingresos, más educación, más opciones... y todo ello conseguido sin dañar el bosque.