Romper el ciclo de violencia y pobreza en las comunidades negras de todo el mundo

George Floyd ya no está en nuestra tierra. Ya no puede vivir sus sueños. Ya no puede reír, ya no puede llorar, ya no puede ver salir el sol, ni aparecer la luna llena. Ya no puede abrazar a su mamá, la persona que recordaba por última vez. 

A George Floyd le arrebataron el derecho a vivir su vida sin motivo alguno. Es el más reciente de los miles de estadounidenses negros que mueren por crímenes atroces abiertos y encubiertos cada año en este país. 

Víctima de un racismo sistémico que impregna todos los sectores y capas de la sociedad.  

Para quienes trabajamos por la justicia social, simboliza un sistema que no funciona. Durante siglos, la comunidad negra ha tenido que superar el racismo para poder acceder a una educación, una sanidad y una vivienda de calidad, así como a la igualdad de oportunidades en el trabajo y en lo que se les paga. 

George Floyd es un símbolo de los millones de personas negras e indígenas de color de todo el mundo que experimentan lo mismo. 

Afrodescendientes que viven en Brasil, Colombia y Perú, comunidades indígenas negras de la región del Amazonas-Andes, comunidades negras y melanizadas de Europa Central y Oriental... explotadas y golpeadas. 

El contrato social que cada uno de nosotros tiene con la sociedad -si somos legales, trabajadores, pagamos nuestros impuestos, respetamos la ley, entonces nuestros líderes se asegurarán de que estemos seguros y de que nuestros derechos humanos se respeten por igual- no se ha respetado para las comunidades negras en todo el mundo. El contrato está roto y pocos líderes han intentado reconstruirlo de verdad.

Por muy tristes y enfadados que nos sintamos todos en estos momentos, tenemos que romper este ciclo inhumano de odio y pobreza. Romper este ciclo requiere un compromiso consciente para hacer cambios, individual e institucionalmente.

Podemos empezar a abordarlo reflexionando sobre los prejuicios implícitos que mantenemos en nuestros hogares, el ocio que perseguimos, a quién contratamos en nuestros lugares de trabajo y las empresas que apoyamos.

NESsT seguirá trabajando cada minuto que esté despierto para romperla.

Seguiremos invirtiendo en la creación de empleos de calidad para empoderar a las personas excluidas y privadas de derechos, incluidos los miembros negros de las comunidades en las que trabajamos. Apoyaremos a nuestros empresarios para que sean aún más diversos e inclusivos; y examinaremos nuestras propias prácticas para hacer lo mismo. 

Apoyamos a la verdadera mayoría que está indignada por en qué se ha convertido nuestro mundo y se compromete a crear uno nuevo. 

Sentimos una gran esperanza por nuestros empresarios que trabajan día tras día para conseguirlo. Sentimos una gran esperanza por los jóvenes que ya no están dispuestos a esconder nuestro racismo bajo la alfombra. Sabemos que siempre se puede hacer más y nos esforzaremos por conseguirlo.

Se lo debemos a George Floyd; a las generaciones que le precedieron y a las venideras. 

Nicole Etchart & Loïc Comolli

NESsT Co-CEOs