La filantropía de riesgo reconoce que un gran programa -que enseñe a leer a los niños, ayude a salir de la pobreza o mejore los resultados sanitarios- no es más fuerte que la organización que lo sustenta. Es crucial invertir en la organización y en su capacidad. Si se quiere tener programas eficaces y sostenibles que realmente marquen la diferencia, hay que contar con una infraestructura organizativa sólida y estable que los respalde. Hay que ir más allá de extender un cheque y adoptar una visión a largo plazo de lo que significa invertir en soluciones a problemas globales o locales.