La inversión con perspectiva de género es una estrategia eficaz para aliviar la pobreza y reducir la desigualdad de género. Las desigualdades de género existentes, como la menor participación en la fuerza laboral y los salarios más bajos, las mayores responsabilidades de cuidado no remuneradas, el acceso limitado a los recursos y a la educación, contribuyen a una penalización de la pobreza por razón de género que explica que haya unos 5 millones más de mujeres viviendo en la pobreza extrema en todo el mundo.

Los resultados de recientes investigaciones demuestran que la inclusión de género no sólo es lo correcto para promover la igualdad de género y reducir la pobreza, sino también una estrategia clave para mejorar el rendimiento, la eficiencia y la productividad de las empresas.